viernes, 5 de octubre de 2018

Capítulo 8 – Vínculos: Confrontación, parte 2

**Los hechos y o personajes aquí relatados son de ficción, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia**

…Estaba nervioso, indeciso, tenía miedo de entrar al aula. Por más que tenía varias semanas allí, nunca me relacioné con ninguno de mis compañeros, ni siquiera lo había intentado, no me sentía parte del grupo, me consideraba un bicho raro, pero, todo cambió cuando, el día de ayer, gracias a la ayuda de Ariel, finalmente pude liberar mi mente y espíritu del recuerdo de Matías, una pesada carga para un niño de tan solo 13 años. Ya estaba dentro del colegio por lo que no podía salir de la institución, pero podía esconderme, refugiarme en el último cubículo del baño, como alguna vez lo había hecho, no tenía valor para entrar a clases, ver todas esas caras nuevas, caras que ni siquiera me había dignado a mirar. Cuando doy media vuelta para ir a esconderme en el baño, alguien me frena del brazo, era Ariel, sentía su cálida y suaves manos en mí. Solo hizo falta una mirada para que él supiera o intuyera lo que estaba pasando, lo que pensaba, entonces, me tomó de la mano y con una sonrisa en el rostro me dijo “ven, entremos juntos, te presentaré a la manada” mientras nos adentrábamos en el umbral... mi nervios y temores se esfumaron en ese instante… 

…Corría por el sendero de un bosque cercano, tu ibas adelante, con la espalda desnuda, tenías un físico bien desarrollado para tus 14 años, yo en cambio, con mi sobrepeso no podía seguirte el ritmo, me agitaba muy rápido, caí al suelo con los brazos extendidos, exhausto, miraba el cielo y parte de la capa de los arboles linderos tratando de recuperar el aliento. Enseguida te tumbaste al lado mío, posicionando tu cabeza sobre mi brazo, nos miramos, y, comenzamos a reír a carcajadas… me fascinaba pasar tiempo contigo, me sentía maravillosamente feliz a tu lado… 

…Los días de calor, como es costumbre, luego de terminar con nuestra actividad física (correr, trotar, estiramientos, flexiones, abdominales, etc.) en un pequeño monte (bosque) cercano a las afueras de nuestro barrio, siempre nos refrescarnos en un lago de difícil acceso, el cual Ariel había descubierto hace años y no dudó en compartir ese lugar secreto conmigo. Allí, en ese hermoso y cristalino lago me enseñó a nadar, hoy es nuestro lugar favorito y cada verano nos zambullimos en sus aguas para matar el calor o por gusto. Un día, cuando tenía 15 años, hacía mucho calor por lo que tras terminamos los ejercicios nos metimos inmediatamente al agua (siempre con short o boxer para taparnos nuestra zona genital) siempre jugábamos, esta vez no era diferente, nos tirábamos agua, nos empujábamos, competíamos a ver quién tenía más fuerza y resistencia sumergiendo la cabeza del otro unos instantes bajo el agua, los roces piel con piel eran inevitables, aun así, nunca se me cruzó por la cabeza nada extraño o sexual para con él, éramos muy buenos amigos. Ese día, debido a una conjunción de factores (el calor extremo, el entrenamiento, no había dormido bien ni me estaba alimentando correctamente en los últimos días, mi cuerpo tenía un agotamiento/cansancio acumulado) hicieron que en medio de nuestros juegos y en medio del agua yo me desvaneciera sin previo aviso, no sé cómo, pero Ariel logró sacarme del agua, había tragado mucha agua, por lo que en la orilla del lago comenzó a hacerme RCP (reanimación cardiopulmonar, o, reanimación cardiorrespiratoria) dándome respiración boca a boca, logrando así reanimarme, salvarme la vida, una vez más... Al ser él hijo de médicos (una enfermera y un cirujano) sabia de ciertas técnicas y maniobras médicas en caso de necesidad...  

- ¿Dónde estoy? (me preguntaba sin poder ver nada, cuestionándome por qué venían esas imágenes a mi mente, recuerdos, y sobre todo, por qué al abrir mis ojos, únicamente veía tonos fríos de blancos, prácticamente no distinguía nada a mi alrededor).

…Me mirabas con tus penetrantes ojos miel, fogosos, lujuriosos, sonriéndome efusivamente, el ambiente estaba cargado de tensión sexual, entonces le comiste la boca apasionadamente a esa chica, me habías contado que ella era un fuego en la cama, pura pasión, sexo salvaje, seguías besándola y agarrándola, todo bajo mi atenta mirada, obviamente a mis 16 años toda esa situación me ponía caliente, ver como la abrazabas, como tus manos recorrían su cuerpo, como deslizabas sensualmente tus manos por su espalda, caderas, posicionándose en sus nalgas, apretándolas con intensidad e ímpetu, agarrándola del cabello mientras se fundían en un largo y apasionado beso. La “novia” de Ariel había traído una amiga la cual estaba bailando conmigo, pegados, abrazados, la idea de Ariel era que yo pudiera debutar (perder mi virginidad) pero la amiga no me gustaba, no obstante, al ver lo apasionados y calientes que estaban mi amigo y su novia yo también me sentía excitado. Entonces, soltaste sus labios y posaste tu mirada sobre mi nuevamente sin soltar a tu chica, solo éramos nosotros 4 en tu casa, me soltaste una sonrisa pícara, de deseo, tus ojos brillaban como árbol de navidad, la lujuria se escapaba por tus poros, seguiste sonriéndome de una manera única, perversa, incluso por un segundo llegué a creer que de alguna forma tratabas de seducirme, sin embargo estabas incitándome, incitándome a que avance con la amiga. Sin dejar de mirarme te mordiste el labio inferior mientras apretabas las nalgas de tu chica, luego, la agarraste con ambas manos de la cabeza y pasaste tu lengua por su mejilla, de abajo hacia arriba para luego volver a sonreírme, me estabas provocando, yo estaba cada vez más excitado. Acto seguido te dirigiste al cuarto de tus padres con ella, no sin antes hacerme unos guiños y señas indicándome que podía usar su habitación, en específico, su cama… jamás olvidaré esas miradas y sonrisas, expresabas perversión, desea, pasión, todo me parecía muy excitante, elevando así mi temperatura corporal… 

…Estabas dormido, tendido boca arriba sobre una cama que no era tuya ni mía, vestías únicamente un bóxer rojo ajustado el cual dejaba en evidencia tu abultado/marcado miembro y tu tan afamado cuerpo perfecto, las chicas parecían enloquecer ante tus encantos. Por momentos el claro de luna ingresaba por la ventana del 7mo piso, tus padres amablemente se habían ofrecido a llevarme con ustedes a vacacionar a Buenos Aires, la luz de luna se posaba sobre tu perfectamente trabajado, húmedo y transpirado cuerpo dejando a relucir cada detalle del mismo, cada musculo, cada abdominal incluso se apreciaba perfectamente una pequeña y fina mata de pelos que descendía desde tu ombligo hasta perderse dentro de tu llamativo bóxer colorado. Yo estaba sentado en la cama contigua a la tuya, contemplándote en silencio, el ambiente estaba cargado de alcohol, habíamos bebido mucho esa noche, pese a que todo me daba vueltas aún seguía ahí, resistiendo los efectos del alcohol. Entonces me acerqué lentamente a ti, había perdido la desinhibición, entonces apoyé levemente mi mano sobre tu pecho, sintiendo así tu calor, la textura de tu piel, el palpitar de corazón, no conforme con eso, comencé a recorrer tu torso desnudo con la yema de mis dedos, sintiendo cada detalle, cada surco, estaba desatado. Subí a tu rostro, toqué tus labios, desde aquel día que Ariel salvó mi vida haciéndome respiración boca a boca comencé a darme cuenta que quizá el vínculo que me unía a él iba más allá de la amistad, sin embargo, me reprimía y reprendía por tener aquellos pensamientos. Seguía viendo tus labios con deseo, no podía contenerme, resistirme, puse mi mano sobre tu abdomen, sentía tus bellos (pelos), te acaricié suavemente mientras bajaba lentamente a tu zona genital a la vez que acercaba mis labios a los tuyos cerrando por inercia mis ojos dejándome llevar por la situación. Estaba en un estado de éxtasis, mientras más me acercaba, mas sentía tu aliento entrando por mi boca, aliento etílico, y, en el momento que posé mis labios sobre los tuyos, al mismo tiempo posé mi mano sobre el bulto de tu bóxer, sobre tu miembro dormido y más cálido que el resto de tu cuerpo, pero, justo en ese momento te moviste, entonces me aleje y te solté abriendo los ojos, me asusté, tenías los ojos abiertos, inexpresivos, con la mirada perdida, me alejé más, te diste vuelta poniéndote de costado dándome la espalda y seguiste durmiendo… No podía dormir del miedo que me hayas descubierto, pero la calentura pudo más e internándome en el baño me hice una gran y jugosa paja (masturbación)…

- ¿Por qué siguen apareciendo estos recuerdos en mi cabeza? (me pregunto nuevamente, al menos mi visión parece estar aclarando lentamente, comienzo a distinguir sombras).
- &%$# ... Santiago… &%$#…
- ¿Qué…? ¿Quién me llama? ¿Qué dices? No logro comprenderte ¿de quién es esa voz? No consigo reconocerte (me decía a mí mismo)
- &%$# Santiago…
- ah… ¿eres tu Ariel? ¿O acaso es solo otro recuerdo más? (me cuestionaba mientras lograba distinguir parte del cielo y parte de una silueta humana en ese fondo blanco que cada vez adquiría más color).

…Ariel y yo éramos inseparables, nos lo contábamos todo, no llevábamos y nos entendíamos muy bien en cualquier ámbito, no hacían falta palabras, un simple gesto o mirada era suficiente… no obstante, desde hace algún tiempo no podía evitar mirarlo de forma diferente, él iluminaba mis días con su presencia, por momentos tenía un increíble deseo de ser más que solo su amigo, pero, cada que esos sentimientos aparecían en mí, los reprimía, ponía todo mi empeño en eso, los enterraba en lo más profundo de mi ser, no me podía estar pasando eso, ni siquiera podía concebirlo en mi mente, esos eran pensamientos impuros, indecoroso ¿Ariel y yo? No, nunca. De alguna forma lo conseguía, lograba acallar esa voz, ese calor, ese sentimiento interno que me hacía querer saltar, abrazar y algo más con mi amigo. Creía que lo tenía controlado, pero no era así, no podía, ni quería estar lejos suyo, engañaba a mi mente diciéndome que él era mi amigo, mi gran y mejor amigo, ahogué mis deseos e impulsos, incluso logré eliminar ciertos sucesos “aberrantes” de mi mente, de mis recuerdos, tales como aquella vez que estando de vacaciones, intente y logré besar a Ariel por un segundo mientras estábamos ebrios, pero recientemente este acontecimiento volvió a reaparecer en mi memoria…

- reacciona de una vez maldita seas… por qué... (Decía Ariel con lágrimas en los ojos mientras se tomaba de la cabeza).

Me dolía la cabeza, todo daba vueltas y vueltas, al menos ya podía ver con claridad, y oír, aun así, seguía sin comprender por qué Ariel se veía tan ¿desgarrado, desesperado?

- ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy tirado en el piso y que hace Ariel encima mío? ¿Qué está pasando? (seguía preguntándome en mi cabeza, luego logré empezar a pronunciar palabra con dificultad y la voz seca) ¿Por qué…? (tosí dos veces) ¿Por qué, que Ari…? (pero interrumpí mis palabras ya que nuevas imágenes venían a mi mente).

Una sucesión de fragmentos acelerados inundaban mi memoria, sucesiones rápidas de imágenes una atrás de otras, todas tenían en común a Ariel sonriéndome, desde el más antiguo (el día que nos hicimos amigo sonriéndome por primera vez) hasta el más reciente (aquella vez que se había tirado encima mío en el sofá de su casa, ambos sin remera, piel con piel, y levantando su cabeza de mi pecho me sonríe).
…Lo masturbaba cada vez más fuerte y rápido, mientras que con la otra mano le acariciaba y masajeaba su nuca, oreja, cabeza y cabello, él no dejaba de gemir y tener espasmos en todo el cuerpo…. Entonces Ariel deja escapar un poderoso gemido, su miembro comienza a palpitar expulsando una gran cantidad de semen que chorreaba de mi mano a la vez que me mordía el hombro con el fin de acallar sus gemidos y orgasmo, cosa que me excitó de sobremanera provocándome un orgasmo espontaneo con eyaculación sin siquiera estimularme la zona genital… tras esto, Ariel me echó de su casa como a una rata inmunda luego de haber saciado mis impulsos/deseos imponiéndome por la fuerza…

…Me mirabas feo, con odio, bronca, entonces haciendo unos movimientos rápidos, queriendo huir de vos por accidente termino chocándome con la última persona que quería cruzar, contigo Ariel… seguías mirándome mal, entonces pronunciaste “esto no está funcionando Santiago”… en ese momento sentí que algo en mí se rompió, sentí casi como si el mundo se me viniera encima, me sentía casi igual como cuando a mis 12 años comencé a subir a toda prisa a mi árbol favorito tratando de llegar a donde se encontraba mi hermano Matías, colgado de una rama, tratando de sostenerse con su mano y pidiendo a gritos que lo ayudara porque no podía sostenerse mucho más tiempo. No sé cómo, pero en dos segundos ya estaba ahí, al lado tuyo, y al extender mi mano para sujetarte vos cediste, apenas logré tocar la punta de tus dedos mientras ibas cayendo con lágrimas en los ojos y gritando mi nombre a la vez que yo gritaba “NOOOO… ¡MATIAAAAAS!”…

…Entonces Ariel me sujeta del hombro y con su mano derecha me encaja un puñetazo en la cara aventándome al piso… levantando su pierna derecha me da una patada en la cintura/cadera… me contraataca con un contundente y certero uppercut en mi barbilla haciéndome volar por los aires desplomándome inconsciente en el piso…

…La imagen mía y de Ariel entrando a clases de la mano luego de que nos hiciéramos amigo se congeló, y, estallo en mil pedazos como si de un vidrio se tratase…



Todos esos recuerdo, todas esas imágenes, Matías, Ariel, era demasiado, como si hubiera visto pasar toda mi vida en un instante, provocando que algo en mi interior se destapara, saliera a la luz, explotara, una ira incontrolable, impotencia, todas mis frustraciones, pensamientos negativos, todo lo que había reprimido, todo el dolor que guardaba en lo más profundo de mi alma, de mi ser, todo, se desató en un estado de ira, euforia y descontrol extremo, cambiando así la esclerótica de mis ojos a un tono rojizo seguido de una hinchazón de mis venas y arterias del cuello y brazos haciéndose más visibles, sobresaliendo, así como también un aumento brusco en mi ritmo cardiaco, estallando así, en cólera. 

Agarré bruscamente a Ariel por el cuello, con fuerza, apretándolo con mi mano, te hacía daño, eso era evidente, tratabas de liberarte pero era imposible, hacías muecas de dolor y sonidos con la garganta resistiéndote, por desesperación comenzaste a lanzar golpes a mi rostro con la esperanza de soltarte, pero era inútil, parecía poseído, te miraba fijamente con mis fríos ojos rojos sin siquiera inmutarme, como si un nuevo ser ocupara mi cuerpo, no sentía absolutamente nada, en eso, percibo una roca (piedra) bajo mi mano libre, lo agarro con fuerza y te golpeo con ella en la sien tirándote a un costado, liberándote de mí agarre. 

Me levanto lentamente del suelo con seguridad, vos seguías tendido en el piso, tosiendo, con la mitad del rostro cubierto de sangre, cubriendo con tu mano el lugar donde te había dado con la piedra, verte sangrar me incitaba a seguir golpeándote, entonces, a dos metros tuyo veo una roca de un tamaño superior al de un balón de futbol, me dirijo a ella, lo levanto por encima de mi cabeza, doy tres pasos hacia vos y con mi pie vuelvo a tirarte al piso, estabas tratando de levantarte, pongo mi pie con fuerza y firmeza sobre tu pecho impidiendo moverte, te miro desde arriba casi sin bajar/inclinar la cabeza, con superioridad, vos, el chico popular, seguro y sexy del barrio habías sido superado, el temor en tu rostro era evidente, levantabas tus manos manchadas de sangre augurando lo peor, te miro con desprecio un segundo con la roca aun encima mío y… mirándote a los ojos exclamo “¡he ganado!” lanzándote la roca a la cara.


¿Continuará…?
¿Capítulo 9…? ¿Maté a uno de los protagonistas…?


1 comentario:

Anónimo dijo...

Ups, cuantas cosas en este capítulo!! Pero ha ido buen para ver en qué punto se encuentra la historia.
Con ganas de leer el próximo.
Un abrazo,
Hotdardo 🎯