lunes, 21 de mayo de 2018

Capítulo 3 – Instintos carnales: Aquel día, parte 3

Capítulo 3 – Instintos carnales: Aquel día, parte 3

**Los hechos y o personajes aquí relatados son de ficción, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia**


- ¡Santi!... ¿estás bien? (escucho que me pregunta Ariel)

Asentí con la cabeza algo desorientado.
- Te decía que ya comenzó el partido, ¿estás bien?, ¿me escuchaste? (me decía mi amigo algo preocupado).
- Sentí un tirón en la rodilla (dije rápidamente) no quería levantarme de golpe pero ya estoy bien (le inventé con una sonrisa en la cara mientras me levantaba y le extendía mi mano para ayudarlo a levantarse)

Ariel me agarró de la muñeca y se levantó directo al sofá, mirando el televisor agarró dos latas de cerveza de la mesa y me alcanza una de las latas diciéndome.

- Toma (poniéndola en mi mano) guarda el resto en el congelador (dice sin despegar los ojos del televisor).

Fui a guardar las cuatros cervezas restantes, me saque la remera porque Ariel con su traspiración me la había mojado, la colgué en el respaldo de una silla y luego me senté en el sofá a su lado, él estaba inmerso en la pantalla, apenas me miró cuando pase entre medio de él y el televisor. Comencé a mirar el partido, pero en realidad no estaba viendo nada, pensaba "que me está pasando, otra vez este sentimiento" miré nuevamente a Ariel "que significa esto" pensé, de pronto siento algo en la pierna, él me agarraba y apretaba la pierna conforme la jugada se desarrollaba.

- vamos si si, dale que estas sólo (decía Ariel eufórico al televisor).

En eso creo sentir una descarga eléctrica dentro de mí, en mi centro y se extiende cubriéndome todo el cuerpo, él me tenía agarrado con firmeza, parecía no sentir lo mismo que yo sentía, mi cabeza nuevamente empieza a dar vueltas, sentía que todo a mi alrededor giraba fuera de control, mi respiración se aceleraba a cada instante, mi pulso subía salvajemente, de nuevo ese calor que me impide razonar con claridad. De pronto escucho un "gol" de parte de Ariel, me suelta la pierna y se levanta para festejar, me mira como diciéndome “dale levantate, festejemos”, inconscientemente me levante, nos abrazamos y comenzamos a saltar de euforia.


En medio de nuestro festejo (saltos) lo tomé por la cabeza (de la nuca) e hice chocar entre si nuestras frentes mientras seguíamos saltando y gritando desaforadamente "GOOOOOOLLL", mi otra mano lo tenía en su espalda baja, agarrándolo, aprisionándolo contra mí, Ariel me rodeaba con sus brazos y con sus manos me sujetaban por la espalda, entonces también con una de sus manos me agarra de la cabeza. No se cómo ni por qué, esa situación reavivo mi deseo, sin pensarlo y en un movimiento rápido retiro mi mano de su cintura y me aferro (le agarro) a su miembro por sobre su pantalón, mi amigo automáticamente da un pequeño salto para atrás deteniendo los saltos de festejo, libera sus manos de mí, desesperado me agarra de la muñeca con fuerza tratando de separar mi mano de su miembro con firmeza y suavidad. Con su otra mano trata de separarnos empujándome del pecho, pero es inútil, lo tenía bien agarrado de la cabeza y del miembro.


Al tenerlo agarrado de la cabeza, lo tenía cara a cara, viéndolo a los ojos (ojos que denotaban confusión). Sus labios estaban tan cerca de los míos, en un impulso, aplicando un poco más de fuerza en su cabeza, lo besé. Apenas pude apoyar mis labios contra los suyos porque al instante Ariel con su mano me agarra de la barbilla (mentón) y cachetes empujando y logrando separar nuestros labios. Aun así, lo tenía muy cerca, no lo soltaba ni de la cabeza ni de su miembro, estaba realmente fuera de mí.


Lo estaba "atacando" por ambos frentes (pene y boca), su rostro y mirada ahora reflejaban enojo, temor, pero eso no me importó, yo seguía intentando besarle mientras él se resistía; Lo que oía realmente me impedía pensar con claridad, oía los quejidos y gemidos de mi amigo producto de la fuerza que estaba haciendo evitando que lo bese, también podía sentir su respiración agitada. Note que mi mano con la cual le agarraba el miembro estaba libre, aproveché y metí mano dentro de su short agarrándole su miembro, por primera vez tocaba un pene, estaba flácido, sin embargo eso se sentía muy bien. Rápidamente Ariel vuelve a agarrarme de la muñeca intentando liberar su pene de mi mano; Volvimos a chocar frente con frente, lo tenía agarrado de su nuca aún, pero ya no le ejercía mucha fuerza ahí, más bien ahora mi atención estaba en la otra mano, en la que tenía el pene de mi amigo, empecé a comprimir y aflojar mi puño, con esta maniobra parecía que su pene comenzaba a cobrar vida, con cada movimiento crecía y crecía más, sentía con mis manos su calor, su dureza, sus venas marcando todo ese pedazo de carne, la sensación era indescriptible, mi amigo aun intentaba liberarse de mí.


Ariel no se rendía, quería liberarse, su miembro ya estaba completamente duro en mi mano y sin soltar su pene comencé a subir y bajar mi mano (movimientos de masturbación) con un poco de dificultad, enseguida noto que deja de hacer presión en mi mano, lo cual indicaba que o bien se rindió (dejará de resistirse y terminar con esto lo antes posible) o bien se entregó al placer (placer que está recibiendo por mi mano). No importaba cual era la razón, yo aproveché y empecé a masturbar libremente a mi amigo, podía sentir como su agitación y respiración se aceleraban aún más, pude oír los primeros gemidos de placer, me estaba excitando mucho con toda esta situación, deseaba masturbarme y besarlo apasionadamente. Estaba claro que Ariel ya no podría resistirse a nada, entonces con la mano que aún lo tenía sujeto de la cabeza lo guíe hacia mí, hacia mi boca, todo mientras seguía masturbándolo intensamente; Sin embargo, Ariel desvió la trayectoria de sus labios, no quiso besarme, terminó apoyando su cabeza en mi hombro, lo dejé ahí, total tenía otra cosa entre manos.


Lo masturbaba cada vez más fuerte y rápido, mientras que con la otra mano le acariciaba y masajeaba su nuca, cabeza y cabello, también le lamía y mordía la oreja, él no dejaba de gemir y tener espasmos en todo el cuerpo. Con la mano que segundos antes impedía que lo masturbe se agarra de mi antebrazo, ya que el placer era tanto que le costaba mantenerse en pie. Yo seguí cascándole (masturbar) el pene de mi amigo, sentía que su orgasmo estaba cada vez más cerca, a cada segundo me abrazaba con más intensidad, sus espasmos y contracciones musculares eran cada vez más intensas, al igual que sus gemidos. Entonces Ariel deja escapar un poderoso gemido el cual ahoga en mi hombro mientras me aprieta con fuerza el brazo donde se sostenía, siento como empieza a palpitar su pene y rápidamente una gran cantidad de semen sale de su miembro, en ese preciso momento me muerde el hombro con el fin de acallar su orgasmo, su placer, su poderoso gemido, gruñido.


Toda esa combinación de estímulos, sus espasmos, su agitación y respiración por mi cuello, sus fuertes abrazos, su gran gemido de placer, el semen caliente que se escurría entre mis dedos, la mordida que me dio en el hombro, todas esas cosas hicieron que al mismo tiempo que él tenía su orgasmo yo también tuviera uno dentro de mi pantalón, en el bóxer, sin siquiera tocarme o estimularme, fue un orgasmo con eyaculación espontanea, un placer indescriptible, único, nunca antes sentido, el cual hizo vibrar todo mi cuerpo llenándome de felicidad, un momento único, como si el tiempo y el espacio se hubieran detenido por un momento.

Lentamente fui bajando el ritmo de mis movimientos de muñeca sobre su miembro hasta detenerme por completo, estábamos extasiados. Ariel permaneció en mi hombro unos instantes, mientras recuperaba el aliento y calmaba su agitación producto del orgasmo. Me suelta del brazo, guarda su miembro (ya había bajado su erección) dentro del short quitando mi mano de ella y se incorpora levantando su cabeza.


Por un segundo no supe dónde estaba ni que había pasado, la cabeza me daba vueltas, estaba perdido, como si estuviera saliendo de un trance, todo era confuso… Finalmente logre enfocar... Miré el rostro de Ariel, tenía una expresión que jamás la había visto, tenía los ojos llorosos, su mirada reflejaba una mezcla de tristeza y decepción, estaba un poco agitado, sentía mi mano húmedo y pegajoso “que es esto” pensé mientras movía los dedos sin dejar de mirar el perturbado rostro de mi amigo “¿por qué estas así?” pensé para mis adentros nuevamente, lo último que recordaba era que estaba en el baño y luego fui a esperarlo al sofá.

- ¿Qué te…? (me detuve de pronto abriendo muy grande los ojos)

Sentí como si me hubiera caído a un rio helado y el mundo se me venía encima, caí en la realidad, en lo que había pasado, lo que había hecho, no sabía cómo ni por qué había hecho eso... miré a Ariel con vergüenza, con miedo, mientras de mis ojos escurría una lagrima, no sabía qué hacer ni que decir, estaba bloqueado, la situación me había superado. Ariel parecía confundido y un poco alterado, da unos pasos hacia atrás mirándome fijamente, se da vuelta y camina lentamente hasta la puerta de su habitación, se detiene apoyando una mano en el marco, yo intentaba decir algo, pero no podía modular palabra alguna, aun no podía creer lo ocurrido, entonces levanté mi mano y veo que efectivamente esta mojada, aún tenía restos del semen de mi amigo, me asusté... Ariel siempre fue el típico macho alfa, fuerte, de carácter imponente, querido y respetado por todos, las mujeres lo amaban, los hombres lo admiraban, el estereotipo de macho perfecto. De pronto escucho.

- vete... (Dijo Ariel casi sin voz ni fuerzas)

- Ariel por favor… (Tras unos segundos de silencio y un poco alterado dije) no sé lo que...
- que te vayas, que no entiendes maldita seas (me interrumpe levantando la voz y golpeando con su puño el marco de la puerta, se da la vuelta mirándome a los ojos con bronca).

Se me escapó otra lágrima, agaché la cabeza, no podía mirarlo a los ojos, me inundó la tristeza, no me salía palabra alguna, estuve así mirando el piso apenas unos segundos, pero se sintieron eternos.

- ¡yaaaa! (grita Ariel desesperado) ¡fuera!, ¡lárgate de mi casa antes de que te rompa la cara! (vuelve a gritar muy irritado)

Ni siquiera terminó de decirme eso que ya lo veía venir a golpearme, pero no, me tomó del brazo y me llevó bruscamente a la puerta de entrada/salida, la abrió de golpe y con fuerza me arrojó afuera. Fue tanta la bronca con la que me lanzó que por poco caigo sobre las plantas de su madre, entonces escuché cerrarse la puerta bruscamente detrás de mí. Me acerqué a la puerta, puse mi mano derecha sobre ella, luego la cabeza (la frente) y con lágrimas cayendo de mis ojos dije en voz baja "lo siento mucho".


Permanecí allí unos momentos hasta que escuché un grito enfurecido de Ariel en conjunto con cristales rompiéndose (quebrándose), quise golpear la puerta y preguntar si todo andaba bien, pero no me animé, era claro que nada estaba bien, sentía que más allá de lo material que pudo haber roto Ariel, yo había roto algo mucho más importante, su amistad, su confianza, todo... todo por culpa mía, ¿Por un momento de calentura? una vez más, acababa de asesinar a otro hermano, me sentía fatal.


Tras varios minutos de permanecer allí, llorando en silencio y sin nada más que poder hacer, emprendí el regreso a casa, triste, sin remera y con una marca en mi hombro que no desaparecería nunca.



Continuará...


(Capítulo 4 – La sombra del pasado)

miércoles, 2 de mayo de 2018

Capítulo 2 – Deseo: Aquel día, parte 2

Capítulo 2 – Deseo: Aquel día, parte 2


**Los hechos y o personajes aquí relatados son de ficción, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia**


Conocí a Ariel luego de mudarme a este barrio con toda mi familia tras una pérdida familiar (lo cual me traía mal), ingresé a 1er año de secundaria casi un mes después del inicio del ciclo lectivo. Rápidamente Ariel se acercó a mí y me insertó en su grupo de amigos (él 14 y yo 13 años) desde ese momento mi corta vida empezó a cambiar, nos hicimos amigos, mejores amigos, inseparables, hemos hecho muchas locuras juntos, nos contábamos todo, compartíamos todo, existía una gran confianza entre nosotros, éramos como hermanos (él supo llenar el vacío que había en mi interior luego del fallecimiento de mi hermano menor, convirtiéndose así, en mi hermano de corazón). Afortunadamente nuestras familias también se hicieron amigas, lo cual favoreció el contacto permanente entre nosotros.

Teníamos todo listo para que comience el partido, las papas en la mesa ratona, las latas en el congelador para que estén bien frías, en el televisor estaban presentando a los equipos y nosotros especulábamos los posibles resultados del súper-clásico que veríamos en unos minutos.



El partido ya había comenzado, tenía sus momentos de tensión, el juego era muy parejo, la victoria podría ser para cualquiera (consumíamos las papas y la cerveza por ansiedad), cada tanto Ariel se fijaba y respondía los mensajes que le llegaban a su celular. A mitad del primer tiempo le hacen un gol a nuestro equipo, puteamos decepcionados. Casi al final del primer tiempo (tiempo extra) logramos empatar, contentos nosotros gritábamos de alegría, nos abrazamos y empezamos a saltar estando abrazados, por la euforia del momento no quería soltarlo, deseaba seguir sintiendo la exquisita fragancia de su perfume. Terminó el festejo, nos soltamos, me quede mirándolo por un segundo, me sentía feliz, pleno (“que es esto, será por el perfume” pensé), negué con la cabeza y volví a mirar el juego, agarré la lata de cerveza descubriendo con sorpresa que estaba vacía, mire más atento a la mesa y vi que las 6 latas estaban todas vacías mientras en el televisor sonaba el silbato del fin del primer término.

- Terminó (le decía a Ariel mientras movía para un lado y para el otro la vacía lata) ¿qué otra cosa tenes para tomar? (le pregunté).
- Ahora me fijo (respondió mientas iba a la cocina y desde ahí lo oigo gritar) Santi, no hay nada frío, tampoco quedó hielo para preparar algo. Vamos a comprar (me dice Ariel volviendo a la sala de estar muy animado) hacemos un pique (correr/carreras) y en 5 estamos de regreso ¿dale? (poniendo su mejor sonrisa).
- Aún no puedo correr ¿recuerdas? la lesión en la rodilla (respondiéndome mi propia pregunta).
- En el último control me dijeron caminar sí, correr aún no.
- Bueno, voy a comprar ¿queres algo en particular Santi? (me pregunta Ariel mientras agarraba su billetera y se dirigía a la puerta)
- Deja boludo, quédate, ponemos una botella de agua en el refrigerador y listo (le digo resignado, sin embargo él no hizo caso y abrió la puerta) deja Ariel (le grite pero éste ya se había ido, lo vi corriendo a toda prisa a través de la ventana).

Me fui al baño a lavarme la cara, tenía los cachetes algo colorados ¿por las cervezas que tomé? Me quedé ahí unos segundos, apoyando las manos en el lavamanos y mirando mi reflejo en el espejo, "es la cerveza" le dije al tipo del espejo recordando la situación de hace un momento donde por un instante mire a Ariel tiernamente; Me lave nuevamente la cara y fui a recostarme al sofá, miraba el techo en silencio, esperando, deseando que regrese Ariel ya que me sentía solo sin él.

Escuché un ruido y automáticamente abrí los ojos exaltado (me había quedado dormido) en eso lo veo a Ariel, en el aire, volando, flotando por encima de mi… entonces lo veo caer, no tuve tiempo a reaccionar, Ariel cae con todo su cuerpo arriba mío.

- ¡Oh…! ¿Qué haces? salí (le digo tratando de sacarlo inútilmente de encima mío).
- Ah... qué alivio… (Dice mi amigo suspirando) déjame descansar un poco, me agoté yendo y viniendo corriendo.
- Bueno, pero sal de arriba mío… aparte estas todo transpirado, todo mojado (le dije mientras le daba palmaditas con mis manos en su espalda pegajosa producto de la transpiración).
- Pero estoy tan cómodo (rezongó).

 Ariel tenía la cabeza y cachete apoyados sobre mi pecho y parte de mi cuello, no respondí nada, simplemente lo deje estar, descansar, no me molestaba, volví a sentir su perfume, y esta vez aparte de su perfume sentí otro olor, pero no era a transpiración, era otra cosa, sin embargo me agradaba, entonces apoyé tímidamente mis manos en su espalda desnuda, mojada (no sé cuándo se sacó la remera, probablemente ya volvió sin ella del almacén), con su piel caliente, hirviendo por el ejercicio. En cuestión de segundos ese calor pasó a mi cuerpo, realmente me estaba gustando tenerlo ahí, sentirlo muy cerca, sin pensarlo levante una mano y le acaricié su cabeza, su cabello unos instantes mientras él seguía descansando, recostado encima mío, entonces levanta la cabeza y mirándome a la cara me pregunta.

- ¿Qué vas a hacer ahora?
- ¿Qué? (le respondo desprevenido, desconcertado y deje de acariciar su cabello).
- Si, ahora que terminamos la secundaria ¿qué vas a hacer de tu vida?
- Ah (aliviado le respondo) no lo sé aun, veré si consigo algún laburo (trabajo) por vacaciones… en lo que decido que hago con mi vida… ¿vos? (le pregunto con una ligera falta de aire debido a su peso).
- Vos sabes que mi deseo siempre fue salir de este barrio (me comenta mirando a un costado), ir a Buenos Aires y probar en algún club, siento que si me quedo no seré nadie, este lugar comienza a quedarme chica, a asfixiarme lentamente ¿vámonos juntos? (me pregunta mirándome con unos ojos brillantes, llenos de ilusión).
- Te queda chico porque (no sé por qué decidí obviar su pregunta de irnos juntos) ya estuviste con todas las chicas del barrio… necesitas expandir tu territorio… y no sé cómo Vanesa te aguanta… sos muy pesado macho… bajate (le dije con un poco de dificultad).
- Nadie puede resistirse a mi (dice Ariel muy presumido) ni a mi sensual movimiento de caderas (me cuenta en tono de chiste/broma), y Vanesa no es la excepción, a ella le encanta como le hago el amor (me dice mientras comienza con unos movimientos circulares de caderas y pelvis cobre mis muslos emulando una cogida). 


Estuvo así unos segundos, “cogiéndome”, simulando que me cogía, mientras que con su cabeza (barba –no muy tupido- afeitada hace uno o dos días y sus labios) me hacía cosquillas en mi cuello, al principio lo tomé con gracia, humor, pues estaba claro que para ambos era sólo un juego (dada la confianza y sentimientos de hermandad que teníamos) sin embargo el día de hoy estaba realmente desorientado, no podía controlar mi cuerpo e impulsos, entonces comencé a sentir algo en el pecho, una especie de cosquilleo, raro, ya que nunca antes había sentido eso, y además a cada segundo parecía extenderse por todo mi estómago. Las cosquillas que recibía en el cuello se convirtieron en sensación de placer, el rose de sus labios, barba y su respiración hacían que me estremezca y excite a la vez, no quería que se detuviera. Jamás había sentido esto con Ariel, y no era la primera vez que "jugábamos" así (siempre nos abrazamos, nos tocamos o acariciar los brazos o la cabeza, o nos dábamos un golpecito en las nalgas) aunque si era la primera vez que lo hacíamos tan intensamente. 

- Basta, me haces cosquillas (exclame excitado y algo asustado pues sentía que me pene estaba empezando a crecer, ponerse duro)
- Cosquillas (dijo Ariel agitado levantando la cabeza de mi cuello con una sonrisa pícara)

Comenzó a hacerme cosquillas con sus manos por mi abdomen y cintura, yo entre risas le suplicaba "no, para por favor..." pero no se detenía, además tenía miedo que se topara por accidente con mi erección, así que me movía tratando de sacarlo, pero no podía. Entonces recordé, Ariel es más cosquilludo (sentía más costillas) que yo, así que aproveche, y pese a que su torso seguía mojado pude hacerle cosquillas fácilmente, ambos nos reíamos sin parar, hasta el hartazgo, y en un movimiento ambos caímos al piso.

Él de espaldas al piso, con las rodillas algo flexionadas y con sus manos agarrándose de mi cintura. Yo caí encima de él, en cuclillas, con mis nalgas sobre su pelvis, con el torso levantado apoyando una de mis manos sobre su pecho desnudo y lampiño, mire el rostro de Ariel preguntándome si estaba bien (sonó fuerte el impacto de su espalda contra el piso), entonces baje la mirada a mi mano, en su pecho, sentí el fuerte y rápido palpitar de su corazón, el cual se extendía a mi mano, mi mano conducía ese palpitar a través del brazo hasta llegar a mi cabeza, a mi cerebro… en ese instante mi cabeza, mi mente, mis recuerdos me transportaron a esa noche, esa noche hace un año, esa noche en la que estábamos de vacaciones Ariel y yo, esa noche... al venir a mi ese recuerdo que había olvidado, sentí un calor intenso, como si una llamarada de fuego surgía en mi interior y se expandía hacia el exterior, pero era cálido, reconfortante, me hacía desear abrazarlo, besarlo, amarlo, veía como una gota de sudor brillante recorría sus aun colorados cachetes, me perdí en sus cálidos ojos color miel, mire sus labios con deseo, quería besarlo, quería sentir el sabor de sus dulces labios, veía como estos se movían sensualmente, entonces...
 


Continuará...

(Capítulo 3 – Instintos carnales: Aquel día, parte 3)